viernes, 2 de julio de 2010

Los modelos, las comparaciones y los paradigmas

El otro día Daniel Innerarity en una columna de El Pais, que titulaba Otra ciencia económica certificaba el fracaso de los economistas a la hora de anticiparse a la crisis.  Ese fracaso se explica, según él,  por la especialización y fragmentación de las diversas especialidades económicas , por la ilusión de calculabilidad que esta especialización provoca.
La economía se encuentra en una situación paradójica: cuando parece que está en las mejores condiciones de explicar los fenómenos económicos y sociales, se encuentra desamparada y perpleja en medio de una crisis financiera que no ha sido capaz de prever. El afán de exactitud de la economía da lugar a una enorme inexactitud social.
Porque la economía es una ciencia social y parecemos haberlo olvidado. El otro día releía a Bordieu en un blog dela Fundación dedicada a mantener su obra.
Bordieu se preguntaba, ya en 1998, si el mundo económico es en verdad, como pretende el discurso dominante, un orden puro y perfecto que despliega implacablemente la lógica de sus consecuencias previsibles, dispuesto a reprimir todos los incumplimientos mediante las sanciones que inflige: baja del costo de mano de obra, reducción de los gastos públicos y flexibilización laboral.
¿Y si, en realidad, sólo fuera la implementación de una utopía, el neoliberalismo, convertido así en programa político, una utopía que se imagina como la descripción científica de lo real?
Esta reflexión viene al caso por una entrada  sobre la reforma laboral que plantea una comparación de la evolución del desempleo y el PIB entre Inglaterra y España. Muchos gráficos de libro básico de economía para apoyar, con aire muy científico eso sí, una reforma laboral "ambiciosa". Claro que esta entrada está en el blog de FEDEA, la fundación patrocinada por los grandes bancos y algunas otras grandes empresas, que propaga memes a favor de respuestas neoliberales a la crisis, como el famoso (y parcial) manifiesto de los 100 economistas. Eso debiera hacernos pensar: los asuntos complejos son polifacéticos y la ideología marca las conclusiones.
La comparación de la entrada con el Reino Unido no es ociosa, desde luego: las medidas económicas de Margaret Tatcher de los 80 del siglo pasado y las estrategias, quizá equivocadas, de confrontación de los sindicatos frente a ellas cambiaron el panorama laboral inglés. Los sindicatos practicamente fueron barridos o, al menos, perdieron casi toda su fuerza. La conclusión que saca Luis Garicano en su entrada es que, para que el desempleo no aumente o, en definitiva, para seguir los pasos del Reino Unido hay que cambiar la negociación colectiva. Hay que acercarla a la empresa, en un páis con el 89% de empresas de menos de 20 trabajadores, para que los salarios sean más elásticos. Como puntualiza: en el Reino Unido, el ajuste es neoclásico, la caída de los salarios amortigua el impacto negativo de la caída de la demanda. O sea, en palabras sencillas: que la crisis la paguen las personas que trabajan, que no tengan sindicatos fuertes que las defiendan, porque hay que aumentar la productividad.
La falacia es que no solo la productividad del trabajo es baja en España, también lo es, y mucho más baja la productividad global de los factores productivos y esto lo afirma la Fundación Cotec, nada sospechosas de connivencia con los sindicatos. Y en buena medida eso se debe a los bajos salarios. O sea, el problema más grave en España es de mix de factores y la gestión de la producción. Los sueldos bajos no incentivan la productividad.
¿Para qué gastarse dinero en mejorar la maquinaria o los sistemas  si pueses contratar trabajadores a bajo coste?. Un coste alto del factor trabajo, una apuesta por las tareas especializadas, incentiva el interés en mejorar la productividad, para reducir el coste por unidad de producción, aumenta el interés en formar a los trabajadores y en retenerlos. Pero para eso los sindicatos fuertes (aunque debieran mejorar en muchas cosas, que duda cabe) son parte de la solución. Hay que tener claro quién somos y lo que queremos, como pedía Manuel Cruz ayer mismo: por favor, no se me confundan de enemigo.
Aplicar mecánicamente datos económicos sin tener en cuenta los entornos es un enorme error que, muchas veces, se comete de forma interesada, como propaganda del pensamiento dominante.
Y el aplicar paradigmas inadecuados es peligroso. Eso hicimos el otro día en un taller, usando un juego de Unicef, y mandamos a la muerte a toda una familia haitiana. Simplemente mandamos a todos los hijos al colegio sin pensar en las necesidades económicas de la familia.
Un buena recomendación para detectar manipulaciones es pensar, intentar informarse, eso que nos cuesta tanto a todos. Al menos intentar tener dos opiniones enfrentadas y argumentadas. Para una opinión, nada neoliberal y muy enriquecedora y que permite el contraste con las opiniones más favorables a reducir el poder sindical, os recomiendo, por ejemplo, esta entrevista de Gabilondo a Susan George.


Entrevista a Susan George en CNN+ from AttacTV on Vimeo.

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