miércoles, 9 de junio de 2010

No es por molestar, pero como no nos movamos...

Händel - The Messiah - 02 [High Quality Sound] [Lyrics]
Ultimamente he estado intentando entender por qué pasa lo que pasa en la economía.
Muchos de las personas con que comparto mi entorno de aprendizaje han añadido cosas, yo he leído y compartido otras y sigo estupefacto. Ayer había que consumir para que la máquina no se parara, para crecer, para aumentar el PIB. Consumir era obligatorio, era patriótico, había que deber dinero, mucho dinero. Hoy ya no. Hoy todos los ciudadanos tenemos que apretarnos el cinturón porque lo ha decidido no la Unión Europea, que podía no gustarnos, pero pertenecemos a ella, sino Angela Merkel, canciller de Alemania, en la que creo que, por lo menos aún, no estamos.
Ya tiene tela ¿vamos a tener que ser todos alemanes?. Yo nunca he sido patriota, nunca he sido nacionalista, creo con Schopenhauer que es oficio poco honorable. No me siento español, ni muy vasco, en todo caso muy de Indautxu, el barrio de Bilbao donde nací, tampoco me siento gallego, pero no quiero ser alemán. Si hubiera que ser portugués no me importaría tanto, por lo de la cercanía. En mi modesto punto de vista Angela Merkel y Alemania prefieren cargarse el invento europeo que ceder soberanía fiscal. Es un recelo calvinista al disfrute que me hace no querer ser alemán. A mí me gusta disfrutar, ¡demonios!
En fin, para intentar ayudar a entender este follón leo cosas relacionadas a menudo. Ayer mismo leí La revancha de los mercados,  un artículo de Enrique Gil Calvo que intento resumir:
El Dr Gil Calvo, por cierto sociólogo, presenta los acontecimientos como una nueva fase en la guerra entre los Estados y los mercados por controlar el capitalismo financiero actual.
La primera escaramuza, claro, se sitúa en 2008 con la burbuja de las hipotecas subprime, que hizo la deuda privada imposible de refinanciar.
Los Tesoros públicos acudieron al rescate de los mercados privados, se nacionalizó la economía y se avaló la deuda privada con la garantía pública del Estado a tipo cero.
Consecuencia hoy: burbuja de deuda pública que ahora acaba de estallar. Y quienes acuden a su rescate para refinanciarla son ahora los propios mercados privados, que suscriben los bonos de deuda pública. Hace dos años se avalaron las deudas privadas a interés cero, mientras que ahora las deudas públicas se suscriben a un tipo de interés tan elevado que cabe calificarlo de usurario. Las víctimas reales de ambas crisis crediticias son las mismas: los ciudadanos de a pie, que pagaron ayer con desempleo masivo y hoy con el recorte de sueldos y la congelación de pensiones.
Y los beneficiarios reales también son los mismos: los inversores crediticios, que siempre salen ganando, pues se les rescata a interés cero cuando son deudores mientras se les enriquece con interés elevado cuando son acreedores.
A ciertos deudores privilegiados (los protestantes anglo-germanos) se les rescatan sus deudas a muy bajo tipo de interés, mientras que a otros se les exige refinanciarlas a tipo de interés usurario. Se castiga por ser un PIG en lugar de un WASP.  Son los medios informativos anglosajones, y no las agencias de calificación de riesgo, los que fabrican con sus juicios estas percepciones del riesgo-país. Es de nuevo el efecto manada-mediática, pues si lo afirma el Financial Times, todos los demás medios lo reproducirán y amplificarán, incluidos los PIGS.
Antes, anteayer creo, leía una opiniones de Susan George en una reseña de su libro "Su crisis nuestras soluciones". La nota empezaba con una frase que lo dice todo:"Todo para nosotros y nada para los demás. Adam Smith.
Dice Susan George que la clase de Davos, pese a los agradables modales y la bien entallada ropa de sus miembros, es depredadora. No cabe esperar que actúen de manera lógica, pues no están pensando en intereses a largo plazo, por lo general ni siquiera los suyos, sino en comer.
En su final propone actualizar la frase de Lenin -"los capitalistas nos venderán la soga con la que los colgaremos". Ahora sería: los capitalistas se venden unos a otros la soga con la que se ahorcan y nos arrastran a los demás con ellos. Provocaron la catástrofe actual, vendiéndose unos a otros sogas a las que ponían nombres extravagantes que al final resultaron ser productos financieros sumamente peligrosos.
Los gobiernos se apresuraron a evitarles un final ignominioso antes de que llegaran a expirar. Pero que no cunda el pánico: quizás hayan metido la pata en su primer intento de suicidio, pero probarán de nuevo.
Si no has entendido demasiado como yo, quizá te ayude ver esta película pavorosa sobre como se crea dinero de la nada. Se tittula Zeitgeist, espíritu de los tiempos, palabro cuyo uso habitual en el idioma cotidiano hasta de los que no queremos ser alemanes, se debe a Hegel.
Por cierto, lo que parecen cortes en este, ya clásico documental, son los modestos efectos especiales de la peli. La primera versión es de 2007, pero es de actualidad rabiosa.

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